Odiaba ese maldito, condenado y bullicioso andén de metro. La gente
circulaba arriba y abajo, sumida en sus pensamientos o conversaciones.
Se amontonaban para subir o bajar del metro, se impacientaban
esperándolo y contagiaban con su impaciencia a los otros usuarios del
andén. Y para él había un murmullo constante teñido de tristeza. Y
aunque el andén siempre estaba lleno para Cristian estaba vacío, era
triste y lo comparaba con aquella calle gris llena de sueños rotos.
Si
algo odiaba más que a ese andén era las despedidas, aunque tan sólo
fuera una despedida temporal... En ese andén era donde se despedía de
Ella. El lugar donde el tiempo se recreaba jugando con ellos,
haciendóles jugarretas innecesarias. El lugar donde cualquier frase que
no fuera un "te quiero" sonaba extraña y en ocasiones carecía de
significado. El único lugar donde sus besos sabían amargos pero por muy
amargos que fueran Cristian no quería que terminasen; porque eso
significaba que el metro llegaba y Ella se marchaba subida en él...
Quizá ese era el único motivo por el que odiaba a ese andén o quizá
simplemente le tuviera manía al metro.
Cristian se perdía entre
estas ideas mientras Ella, a su lado, permanecía ensimismada en los
suyos. Él la miró de reojo y la contempló en silencio. La quería. Ella
lo quería a él. Eso era una realidad. A veces se preguntaba en que
andaba pensando, otras simplemente se sentía feliz con sólo contemplarla
y saber que era real, que estaba ahí, a su lado.
De repente Ella
levantó la cabeza y observó el reloj que anunciaba la llegada de los
metros. Ella miró a Cristian a los ojos con una expresión de tristeza,
pero había siempre algo en sus ojos que Cristian no alcanzaba a leer, a
ver. Ambos se levantaron y se fundieron en un abrazo que en poco se
convirtió en un beso. Un beso suave al principio, intenso después; que
terminó en una suave caricia por parte de Ella mientras se giraba para
entrar al metro. Pero igualmente amargo...
Cristian se apoyó en la
pared y contempló como las puertas se cerraban tras Ella y el metro
iniciaba la marcha para desaparecer en el túnel...
El andén estaba
lleno de gente y Cristian se perdió entre la multitud, como cada vez,
mientras se ponía los auriculares y encendía el mp3. Aquella vez,
irónicamente, el mp3 emitió un pensamiento de Cristian en forma de
canción "Es entonces cuando más te pienso, es entonces cuando más te
sueño, es entonces cuando más te quiero". Definitivamente odiaba aquel
condenado andén de la línea distancia...
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